Las formas que crean momentos ordenados, los espacios vacíos que dan sentido a los espacios llenos, las líneas que dibujan el volumen, los colores que son emoción, la relación que se establece con el entorno en el que habita, todo en conjunto es la arquitectura evocadora, tranquila y atemporal de este edificio.
Desde mi mirada hacia el pabellón y su entorno, me planteo el punto de partida para convertir esta construcción en pintura.
Es una mirada abstracta que disfruta de los paisajes urbanos, de las construcciones y que en este espacio encuentra todos los elementos necesarios para establecer un diálogo personal con mi obra.
Una pintura que es capturada en un libro, en formato acordeón, original, que se desplegará de nuevo bajo la mirada del espectador ofreciéndole una versión nueva del espacio.
La arquitectura y la pintura, binomio que genera mi obra y que en el pabellón de Mies van der Rohe encuentra el espacio adecuado para existir.